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Vive y deja vivir

Cuando decidí venir a Dakar sabía que no iba a ser fácil, sabía que dejar mi querido y pequeño pueblo de Ibel en País Bassari suponía un gran cambio y alejarme de la familia, de los amigos y de lo que mejor conocía. Ya hace 6 meses que vivo en Dakar y si os soy sincero no es nada fácil. 

Mis compañeros
y compañeras de clase
De febrero a junio tenía clase solo lunes, miércoles y viernes pero desde hace una semana ya tengo clase cada día lo que me está suponiendo más esfuerzo. Para ir a la facultad me despierto cada día a las 5:45h ya que debo caminar durante una larga hora y media. Cuando finalizo las clases vuelvo a caminar otra hora y media de vuelta a casa, me preparo la comida y descanso una hora, sí a veces cae una siesta, hace mucho calor y los madrugones me pasan factura. Por las tardes es el momento de estudiar, hacer los deberes y un poco de deporte. Entre semana intento mantenerme en forma corriendo y los fines de semana aprovecho para jugar algún partido de fútbol. Por la tarde salgo a buscar trabajo y acostumbro a estudiar hasta las dos de la madrugada. 
El fútbol, mi pasión
Las "tareas del hogar" básicamente comer y lavar mi ropa ocupan también parte de mi tiempo. Los domingos aprovecho para lavar mi ropa, compro agua y jabón para en el patio hacer la colada que vigilo mientras se seca, en Dakar pocas cosas son seguras!!!!

Con mis compañeros
de piso
Desde abril tengo un ordenador con el que he mejorado mucho en la universidad, allí además puedo conectarme a una red wifi para hacer los trabajos. Mis compañeros y compañeras de universidad, la mayoría de grandes ciudades, así como mis compañeros de piso me ayudan y acompañan en esta gran aventura. 

Lo que peor llevo es lo de no encontrar trabajo, he llegado a pasarme un día entero en las calles de Dakar sin encontrar nada de nada para volver a casa exhausto. Intento no desanimarme, ni desesperarme y siempre me digo, bueno hoy no ha habido suerte, seguro que mañana será el buen día.
Y al final pienso: esto es así y nadie lo va a cambiar, nadie va a hacerlo por mí, solo mi esfuerzo y perseverancia me harán llegar al final del camino, de momento con muchas curvas y empinadas subidas que me obligan a dar lo mejor de mí.

Una de las personas que echo más de menos: mi madre Dianeba

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