Ya hace dos meses que dejé mi casa en Ibel y me vine a Dakar a estudiar a la universidad. Los estudios de marketing y comunicación me gustan y me obligan a esforzarme en todas aquellas tareas que me proponen. Iba a decir que estaba contento y sí, por poder estudiar lo estoy pero vivir en Dakar no es nada fácil para un chico de 20 años que se encuentra a casi 1.000 kms de su familia.
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Feliz con mi nuevo colchón |
Cuando llegué, las dos primeras semanas estuve "acogido" en casa de unos amigos de un tío mío y luego ya pude pagar e instalarme en un piso de estudiantes. Aquí en Dakar encontrar un piso compartido con otros estudiantes a buen precio es una ardua tarea, y una vez lo consigues empiezan las pequeñas y grandes aventuras diarias. A principios de febrero me instalé en la casa compartida en la que iba a vivir, podía pagar poco ya que aquí todo supone pagar, pagar y volver a pagar. Vivo en una habitación con otros 6 chicos, ahora mucho mejor que las primeras semanas ya que, con mucho esfuerzo, me he comprado un colchón y ya no duermo en mi esterilla en el suelo. Hay una cocina que no tiene nevera, ni gas, ni agua ni nada, es decir hay el espacio en el que debería haber una cocina. También tenemos una mesa y una silla y las duchas y el lavabo no están demasiado lejos. Bueno, en global como diríamos en francés: "pas trop mal" y añadiría: amul solo.
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Mi cama: el descanso del guerrero |
De todos modos vivir solo me obliga a hacerme la comida cada día, por suerte me he comprado una pequeña bombona de gas y mis compañeros me dejan el hornillo para cocinar diariamente. Intento lavar semanalmente mi ropa sucia, para ello tengo que comprar agua y jabón, lavarla a mano y... vigilarla para que nadie se la lleve. Tengo clase lunes, miércoles y viernes lo que me obliga a levantarme muy muy pronto para llegar a la universidad puntualmente (tengo que caminar 1'30h). Y todo ello, lejos de parecer impedimentos y problemas, son parte de la aventura que he emprendido. Estar en Dakar e ir a la universidad es lo que quería y quiero, es por lo que he renunciado a todo: a mi pueblo, a mi casa, a mi familia y a mi pequeña vida en Ibel. Trabajé todo lo que pude antes para venir y poder pagar la universidad, ahora he de buscarme ingresos para sobrevivir. Ya he empezado y alguna cosilla he encontrado pero tendré que esforzarme más o tener más suerte para conseguir algo que valga la pena y así ser sostenible por mi mismo en la capital.
Y los fines de semana, cuando no tengo clase llega mi mejor momento: a jugar a fútbol en la playa!!!! En ese momento pierdo el mundo de vista, vuelvo a pasármelo bien con otros chicos intentando colar el balón en la portería, cierro los ojos fuertemente y me transporto a mis partidos en Ibel...
No es fácil, no es cómodo, no es sencillo, nadie te da nada a cambio de nada y yo cada día me repito: "El sufrimiento te hace más fuerte y te empuja a ser más resistente", no os podéis imaginar lo fuerte que me estoy poniendo!!!!
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